Micromundos agobiados
Por Eva Matarazzo
Una oficina dedicada al envío de correspondencia, sirve de escenario para conectar la vida de cada uno de los personajes que aparecerán en esta historia.
Sandra, Moni y Héctor son compañeros de trabajo. Sandra quiere tener un hijo, pero su marido la abandonó, aunque se empeña en ocultarlo; Moni se quedó sin vivienda y vive en la oficina sin que lo sepan sus compañeros; Héctor, tras la muerte de su madre, empieza a redescubrir su sexualidad. La soledad y la necesidad de amar será el común denominador en todos los casos.
La puesta de Claudio Tolcachir y las actuaciones mantienen una linea realista. La ruptura y la aparición de una teatralidad más expuesta, se producen quizas en cuanto a la delimitación del espacio, que se quiebra permitiendo que los personajes transiten por otros lugares fuera de la oficina.
Lo más rico de la puesta esta en lo que subyace y en los vínculos que se crean entre los diferentes personajes, por eso el trabajo de los actores es fundamental y está muy bien encausado.
El marco cotidiano se irá transformando paulatinamente hasta detonar en el caos de aquello guardado secretamente en cada uno de estos micromundos personales y que emerge para estallar.
Hay en toda la obra un contener hasta la explosión final, un ocultar hasta el develar inevitable y esto es lo que mantiene atrapado al público.
Tercer cuerpo expone la contradicción entre lo sombrío de la rutina, la soledad y el individualismo y esos cuerpos atrapados en el entorno, que desean escapar para poder ser amados y comprendidos.
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Teatro: Timbre 4
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