Por
Micaela Suarez.
Tumbada
Blanca en blanco
es la obra dirigida por Roxana Randon,
con guión de Carina Maguregui, estrenada el sábado 30 de Junio en Teatro Espacio
Abierto. La pieza será presentada todos los sábados a las 22:30hs. Cuenta con
las interpretaciones de María Ahuad, Martín Campos, Gustavo Curcho, María Marta
Guitart, Erica Manuale, Alcira
Reinhold, Germán Torres, Esteban
Vázquez, Hernán Yanco; y la asistencia de dirección de Rodrigo Ures.
A partir de la adaptación de la novela Doma, escrita por
Maguregui y elogiada por Argentores, Tumbada blanca en blanco se propone
cuestionar la institución clínica; con una fuerte critica a la medicina
positivista que considera la enfermedad antes que la prevención y lleva a la
cosificación del cuerpo; tecnocratizando lo terapéutico.
A través de la mirada de una paciente-víctima de este sistema-Ángela-,
penetramos en el universo de la salud y en el sufrimiento de los pacientes
quienes claman por la humanización de sus cuerpos y la sensibilidad hacia sus
almas.
La puesta en escena se centra en el juego de estas miradas (entre la
mirada y el punto de vista de Ángela y la mirada omnisciente de un narrador
impersonal) instalando dispositivos que remiten a elementos quirúrgicos, que
desde la mirada de los pacientes se convierten en objetos de opresión y
deshumanización. Un trabajo de iluminación expone con cenitales y luces
generales, el viraje de estos puntos de vista: desde el espacio del poder
(altamente esterilizado) donde los médicos autómatas de métodos terapéuticos
“curan” a los pacientes, hacia el espacio de opresión donde los cuerpos
(contaminados) se dejan manipular.
La lógica del disciplinamiento se introduce en el dominado. Aunque desde
el personaje de Ángela esta lógica es recriminada, ella pretende hacer estallar
este ambiente aséptico. Lo consigue hacia el final de la pieza con la
introducción de un personaje que le permite a Ángela hacer estallar lo aséptico,
para que emerja lo contaminado, propio de un cuerpo vital no
cosificado.
Los realizadores proponen una critica al sistema de salud imperante, una
critica que desean que pueda atravesar el espacio de la representación y que se
pueda instalar en el espacio del espectador tal como exponen: “… La sociedad reclama un cambio en el
esquema de poder, del manejo de las políticas de salud. Todo ciudadano quiere
tener un papel activo cuando su salud, su vida y su muerte (que también le
pertenece) están en el candelero…” Como propuesta es destacable la
intencionalidad temática, pero habría que preguntarse qué sucede con los propios
recursos de representación y cómo se puede llevar a una critica más radical,
proponiendo un espacio de representación donde el espectador juegue un papel mas
activo, y por ende pueda ser quien cuestione el sistema de
poder.